Todo el material que se utiliza actualmente es de época.
En mayo de 1996, el Tren de La Rhune recibió dos nuevos coches. ¿Nuevos? Pues en realidad no, sobre todo considerando la fecha de su fabricación: 1924, fue la empresa Etablissements Soulé de Bagnères de Bigorre. Los coches de madera, como el resto han sido restaurados de igual modo. Dos empresas locales han colaborado en la restauración : “Barland y Telletchea”.
La empresa de mecánica Barland de Bayona, es la única que posee los planos originales de los vagones. Ha corrido a cargo con la restauración de los órganos de rodamiento y del chasis de los vagones, es decir más de 1.000 horas de trabajo de artesanía especializada.
La empresa de carpintería Telletchea de Ascain ha realizado, a conciencia, toda la estructura de los coches, ya que ha utilizado las mismas maderas que en 1924:
- El techo en pino de Pirineos
- El suelo en pino de Las Landas
- Las láminas en castaño de Ariège
- La plataforma en iroco, madera imputrescible originaria de África.
Todo ello representa igualmente 1.000 horas de trabajo artesanal. Los coches entregados han sido examinados durante varias semanas, para después ser sometidos a pruebas draconianas de los frenos, finalmente fueron declarados aptos para el servicio.
En lo relativo al mantenimiento corriente, todos los años, después de la temporada turística, el tren vuelve a su cuartel de invierno (desde noviembre a finales de febrero), que se encuentra en los Etablissements Barland; allí es desmontado, verificado, controlado, los motores rebobinados… todos los elementos son pasados por la lupa. Las piezas y órganos de rodamiento y de seguridad se controlan por medio de ultrasonidos y técnicas magnetoscópicas, siguiendo unas normas precisas de mantenimiento y de control realizados por la sociedad APAVE, bajo la supervisión de la Oficina Interdepartamental de Subidas Mecánicas, se trata del único organismo habilitado para conceder la autorización de explotación.
Todas estas precauciones son indispensables cuando sabemos que hoy en día, el Tren de La Rhune transporta a más de 350.000 visitantes al año.
Tras esta profunda revisión técnica, el tren vuelve a su depósito en el puerto de Saint Ignace a fin de terminar su tratamiento de belleza para la nueva temporada. Ahí, todo se verifica: asientos, plataformas, se barnizan las maderas interiores y exteriores, se lavan las cortinas, a los pomos de cobre se les saca el brillo…
La pequeña estación del puerto de Saint Ignace es típica vasca, todos los años se vuelve a pintar para recibir como es debido a los clientes.